Experiencias que te hacen crecer

Vivac_Nevado_001Hace poco estaba editando el vídeo sobre la mochila que suelo llevar en el maletero del coche para cuando ocurre alguna incidencia e hice mención a cierta experiencia que una vez viví en Sierra Nevada hace ya algunos años.

Siempre me ha gustado salir al monte y en especial eso días en los que la mayoría se quedaría en casa, en el sofá con una taza de café y la mantita. Cosas de uno… y algunos más, ya que me picó el gusanillo al ver el reportaje de un compañero algo calvo que anda por los bosques.

Había estado dándole vueltas a la salida desde hacía varios días, entre si y no, en comprobar y volver a comprobar el tiempo ya que buscaba un par de días desapacibles para hacer mas interesante el desafío. Finalmente, tras varias vueltas y consideraciones, me decidí por recorrer una etapa del Sulayr que había realizado algunos meses antes durante el buen tiempo. Preparé una olla de mi potaje de montaña, organicé mi equipo y salí a la aventura. Dos buenos amigos me dejaron al inicio del sendero, no sin antes insistir y repetirme que hacía frío, que marcaba 2º de temperatura y si había tomado las pastillitas en el desayuno, porque muy normal aquello no era.

Mientras los veía alejarse por la carretera, desde lo alto de una colina, contemplaba maravillado el paisaje a finales del invierno que Sierra Nevada me ofrecía. Una vez que los perdí de vista, inicie me travesía en solitario acompañado ocasionalmente por algunas cabras de montaña.

Vivac_Nevado_009Entre foto y foto, que muchas de ellas recordaban a videojuegos del estilo de Silent Hill, mi disfrute y alegría iban en aumento. Tras recorrer un largo rato el sendero entre neblina y llovizna, las baterías del GPS se agotaron. Sin más inquietud que la de quitarme la mochila y volver a colocármela, sustituí las gastadas por las de repuesto que siempre llevo encima para ocasiones como esta. Absorto como estaba en esta tarea, no reparé, hasta tarde, el sutil e irreversible cambio en la climatología. Cuando me disponía a retomar el camino me sorprendió una, cada vez más intensa, borrasca.

Inicialmente no suponía nada para lo que no estuviera preparado, ya que era esto lo que estaba buscando, continúe mi camino sin mayor inquietud que la de poder llegar a la cima y el refugio que estaba preparado antes que la borrasca empeorase. Conforme avanzaba hacia mi destino, también lo hacia la intensidad de la borrasca. Lo que empezó siendo una ligera llovizna y un poco de agua nieve, se convirtió, en no demasiado tiempo, en una nevada de finales de invierno en toda regla.

Vivac_Nevado_012Ahora, a la distancia, y desde la seguridad de mi despacho, realmente puedo decir que no llego a ser demasiado peligroso, pero en aquel momento cuando la nieve caída cubría mis botas, la situación y las sensaciones eran completamente diferentes.

Adicionalmente, debido al lamentable estado de mantenimiento del sendero, las señales desaparecieron al cubrirse completamente por la nieve que caía. Afortunadamente, dado que ya había realizado el sendero y que llevaba el GPS, pude comprobar que el curso que estaba siguiendo era erróneo y que me acercaba irremediablemente a una zona sin salida.

Al encontrarme rodeado de arbustos, empapado prácticamente de pies a cabeza, y con una visibilidad muy reducida, tuve que tomar una decisión importante, seguir hacia delante a toda costa o regresar por donde había venido. Hoy puedo decir, con toda certeza y humildad, que tome la decisión equivocada. Decidí llegar hasta la cima a toda costa, usando el GPS y los escasos puntos de ubicación que aún permanecían visibles, hice acopio de las fuerzas que me quedaban y subí por la ladera.

Vivac_Nevado_017Cuando llegué por fin a la cima, desprovista de prácticamente cualquier refugio natural, excepto una solitaria Encina, las piernas me ardían, los pulmones parecía que me iba a estallar, y las manos apenas podían sujetar el baston de lo entumecidas qué estaban. Mientras pasaba lo peor de la borrasca, pude refugiarme parcialmente bajo la encina que se llevó la peor parte. Una vez acabado el pequeño temporal, pude sacar la muda de repuesto seca, que llevaba dentro de la mochila, prepararme una sopa caliente y meditar sobre lo que acababa de ocurrirme.

Aquello me sirvió, y mucho, para comprobar en mis propias carnes como reaccionamos cuando estamos bajo presión, en un entorno que no nos es propicio, y en medio de una situación de tensión. Ahora, desde la tranquilidad de mi despacho, he reflexionado sobre todas las decisiones que tome mal guiado por la imperiosa necesidad de protegerme de los elementos.

Vivac_Nevado_022Pagué mi inexperiencia de una forma un tanto dura, pero que hoy me ha permitido valorar mejor las decisiones que tomé posteriormente y que espero tomar en un futuro, en caso de verme en una situación similar. A partir de ese momento comprendí que ir hacia delante no siempre es el modo de avanzar, que un par de pantalones de pescador nunca están de más en una mochila y que un mechero turbo funciona mejor que un BIC de toda la vida en determinadas circunstancias.

Hoy sé que si en lugar de haber intentado subir colina arriba costará lo que costará, hubiese regresado por donde había venido, podría haber practicado un refugio de circunstancia con mucho menor esfuerzo y haberme evitado una situación estresante. De no haber sido tan testarudo, e intentar llegar por todos los medios posibles a un sitio que tampoco ofrecía demasiado resguardo, podría haber disfrutado de un paseo, aunque más breve de lo previsto, mucho menos accidentado.

De igual modo, sé que de no haber vivido esta experiencia, antes o después, habría tenido que pagar la novatada de una forma u otra. Experiencia que, aunque un tanto incómoda, me ha servido, y de mucho, para valorar mejor los riesgos, mis propias fuerzas y a no ir en contra de la naturaleza, ya que ella siempre gana.

El álbum de la ruta nevada y posterior vivac de «revancha» al día siguiente en un sendero cercano.

Todos tenemos derecho a caernos, pero estamos obligados a levantarnos, y como diría  mi padre, tras una caída que tuve con un caballo: «Súbete de nuevo antes que el miedo te impida hacerlo para siempre»